Sonó el teléfono y una voz amiga me dice: "Estoy en Cádiz para mis negocios; no quiero marcharme sin conocer algo de su semana santa a través de sus cofradías. Como tu sabes algo de ellas llévame esta tarde a los sitios clásico, donde mis ojos y mi espíritu quede impregnado de la grandeza de la misma . No dispongo nada más que de hoy. Hasta luego.
Ya caminamos mi amigo y yo por el campo del sur en esta tarde de Lunes Santo, en la que el sol baña de oro y fuego su caserío, y refleja en las inmensas aguas del Océano su potente resplandor. Flores que cuelgan en balcones esparciendo su perfume, que se mezcla con un característico olor presentido a incienso y cera. Lejos se escuchan batir de tambores y vibrar de corneta. En el aire bandadas de pájaros, que con sus trinos embellecen el ambiente de esta tarde de primavera, que anuncia la Pasión y Muerte de Cristo, pues el dramatismo plástico-artístico de la grandiosa conmemoración imprime el sello único e inconfundible que se presiente en nuestras calles, y que embriaga nuestro espíritu de un misticismo especial. Mi amigo pregunta: ¿Que es eso? Son campanas que repican alegremente, campanas que se contribuyen con el sonido de sus bronces a la grandeza de esta tarde.
Son las campanas de la Iglesia de la Palma. Doblamos la esquina y mi amigo se sobrecoge un poco. El golpe de vista es grandioso: recta y ancha es la calle de la Palma, invadida por la masa humana. Al fondo, la iglesia, bañada en esta hora por el sol. Un colorismo impresionante sirve de fondo a esta bella y popular estampa, entre la mucha de nuestra semana santa. Penetramos en la popular Parroquia de la Palma. Mi amigo paróse en seco. Con la vista, y de una sola vez, quería acabar el efecto de tanta grandiosidad. Contempló la suprema majestad de Cristo muerto en la Cruz en la grave y severa escultura, que representa al Redentor después de consumarse la Pasión y Muerte. Cruz tendida sobre sobre magnifico canasto tallado y dorado y en un monte cuajado de claveles granates del tiempo. Le explico que aquello es el paso procesional donde desfilará por as calles el Santísimo Cristo de la Misericordia, titular de esta Cofradía. Está profundamente preocupado; yo me imagino por que, pero lo dejo. Le atraigo la atención, y se queda extasiado ante la belleza que contempla. Y es esa teoría artística del paso procesional de la Virgen de las Penas, la delicada factura de su Imagen, el todo de aquel conjunto, cuidado en sus detalles, donde impera una armoniosa perspectiva fina y elegante, le maravilla y atrae. Toca y se convence de que aquella vistosísima ornamentación de claveles blancos naturales. Contempla aquella masa multicolor de nazarenos, mujeres descalzas, hombres del pueblo rudos y sudorosos que se despojan de sus chaquetas y protegen sus hombros. No tienen palabras para expresar su impresión ante el arte y riqueza de tantas insignias. Le explico que representa y simboliza lo que está viendo, el significado de la Cofradía, su finalidad, su desenvolvimiento, organización
y sostenimiento, la puesta en marcha de la procesión, su desfile de penitencia, como el acto más importante de la Cofradía. Su entusiasmo crece por momentos, sin perder el sello de gran preocupación que su rostro expresa.
Salimos y nos situamos al lado de la verja que circunda el atrio de la iglesia. El vistoso y correcto cortejo de los nazarenos ocupa en toda su dimensión la calzada de la calle con las comisiones y autoridades que preceden al paso del Cristo. Voltean las campanas, música sacra, que se deja oír por los altavoces, mezclándose con el agudo y cortante tercio de saetas, caldea este atardecer, cuando los ánimos de todos los presentes están sobrecogidos, ya que lentamente está traspasando el dintel de la puerta, el paso del Cristo de la Misericordia. Sublime emoción cuando majestuosamente como corresponde a su grandeza es elevado en la Cruz. Momento que recuerda aquel otro, en que en el Monte Calvario con cuerdas atadas a los brazos de la cruz, aquella soldadesca lo izaban para que muriese crucificado.
El grado de emoción y dramatismo pasionario pasionario de este acto es para vivirlo y sentirlo, no para describirlo. La imagen de Cristo está en lo alto de su trono universal, que es el santo madero de la Cruz. El rostro de mi amigo perdió un poco su preocupación. Un silencio se produce, y los altavoces nos traen una voz clara, que en bellos conceptos habla al pueblo de Cristo, del amor suyo hacia los hombres, expresados en su gran Misericordia, titulo de esta imagen, que recibirá el homenaje publico de sus hijos, al atravesar calles y plazas. Es la voz de un Párroco, que hermana el alto honor de su sagrado ministerio con el orgullo de ser un buen cofrade.
Avanza entre la muchedumbre el paso de Cristo sobre los hombros de los nunca bien ponderados cargadores gaditanos. Por la diminuta puerta de la Palma y en un alarde de verdadera precisión milimetrada avanza el paso de palio, donde va la Imagen de la Virgen, que lleva por titulo de las Penas. es acariciada por el sol, que no quiere ocultarse sin saludarla, para, como a Reina de Cielo y Tierra que es, rendirle también su homenaje de pleitesía y arte, haciendo que, con su luz potente cristalice en visión artística el efecto grandioso del oro, que las expertas manos de Juan Manuel con su fina inspiración sentida trenzaran un día en el dibujo maravilloso palio con la plata, el blanco de los claveles y las oscilantes luces de cera, formando un todo, digno de que un pincel inspirado, lo retuviese en un cuadro, que seria de una belleza infinita.
Ya el paso de palio fue elevado a su posición normal, y la explosión de entusiasmo del pueblo, contenida por la difícil maniobra, tiene su efecto. La expresión del rostro de mi amigo se refleja ahora en satisfacción, sus labios rezan. Luego con emoción dice " Misericordia es sin duda alguna, la de Cristo que permite con su gran amor que los hombres puedan realizar en su homenaje y a su memoria tanta maravilla. Cuando entramos en la Iglesia se apoderó de mi una gran preocupación que me consumía. No podía comprender como sacarían a la calle estos pasos puerta, y como pondrían el Santo Cristo sobre el monte, y como llevarían este otro dela Virgen con ese gran palio que la cubre.
Pasé miedo y sentía emoción con su salida. Hicieron que mis ojos se bañaran en lagrimas ¡Benditos cargadores, benditos cofrades, que con tanto tesón organizan este acto sublime de piedad y penitencia! La Misericordia de Dios es tanta, que embriaga el espíritu al contemplar estas imágenes veneradas con fe sencilla y sana de un pueblo, que reza y canta en esas coplas llamadas saetas, con suspiros y piropos salidos del corazón hacia Cristo y María. Te agradezco que me trajeras aquí. ¡Cuanto contaré a mis paisanos, allá en Navarra, de lo que es una cofradía gaditana en la representación de la Pasión y Muerte de Jesús, en su Semana Mayor! Vamos, no quiero perder detalle".
Y la contempló camino del Hospital de Mora, teniendo por fondo las aguas del Océano, donde en el lejano horizonte se está ocultando el sol, y empiezan a parpadear en la luz del crepúsculo inmediato los destellos del faro de San Sebastian, bajo un cielo azul, y aspirándose la brisa marina con olor de algas. En un ambiente de sabor cofradiero, la cofradía hace su visita de caridad para con los enfermos, llevándoles el consuelo de su Cristo de la Misericordia y de la Virgen de las Penas.
Y la vio más tarde luciendo todo su esplendor en el señorial y protocolario marco de la carrera oficial. Y adentrándonos en el barrio, la vio en la recoleta, típica y popular plazuela del Tio de la Tiza, en un derroche de espíritu cofradiero al acercarse a su parroquia. Altas horas de la madrugada, el barrio en vela, pues está en la calle siguiendo a su hermandad. Las notas musicales de la marcha procesional "Penas" con el susurro de las oraciones y plegarias, suplicas y piropos, el agudo sentimental y poético vibrar de la saeta, el golpe seco y profundo de las horquillas de los cargadores, el tintineo del palio al mecido amoroso y único de esta tierra, las campanas y los himnos, el entusiasmo del pueblo , y las lagrimas que por las mejillas de sus cofrades caen por la emoción del momento, componen una maravilla y fantástica sinfonía, que se eleva al cielo. Damos gracias, por que una vez más nuestro corazón latió fuerte al vivir cerca de la Pasión y Muerte de Cristo, a través de esta cofradía de penitencia, que en esta noche, llevó ante los corazones duros y cerrados a la luz, la gran Misericordia de Cristo, y las Penas de la Virgen María, para hacerles ver su amor y caridad para con todos los hombres perdonándoles sus pecados al arrepentirse de ellos ante su presencia.
Mi amigo me dice al despedirnos: "Lastima que me tenga que marchar, pero me llevo un gran recuerdo. Había oído mucho sobre la Semana santa andaluza, y la consideraba algo irreverente, pero hay que verla de cerca para sentir y comprender la grandeza de las cofradías de penitencia". Y mirando al infinito cielo cuajado de estrellas que escoltan a la luna, exclama con toda sinceridad, con toda su alma: " Misericordia es...."
Revista Estandarte Febrero 1967
Ya caminamos mi amigo y yo por el campo del sur en esta tarde de Lunes Santo, en la que el sol baña de oro y fuego su caserío, y refleja en las inmensas aguas del Océano su potente resplandor. Flores que cuelgan en balcones esparciendo su perfume, que se mezcla con un característico olor presentido a incienso y cera. Lejos se escuchan batir de tambores y vibrar de corneta. En el aire bandadas de pájaros, que con sus trinos embellecen el ambiente de esta tarde de primavera, que anuncia la Pasión y Muerte de Cristo, pues el dramatismo plástico-artístico de la grandiosa conmemoración imprime el sello único e inconfundible que se presiente en nuestras calles, y que embriaga nuestro espíritu de un misticismo especial. Mi amigo pregunta: ¿Que es eso? Son campanas que repican alegremente, campanas que se contribuyen con el sonido de sus bronces a la grandeza de esta tarde.
Son las campanas de la Iglesia de la Palma. Doblamos la esquina y mi amigo se sobrecoge un poco. El golpe de vista es grandioso: recta y ancha es la calle de la Palma, invadida por la masa humana. Al fondo, la iglesia, bañada en esta hora por el sol. Un colorismo impresionante sirve de fondo a esta bella y popular estampa, entre la mucha de nuestra semana santa. Penetramos en la popular Parroquia de la Palma. Mi amigo paróse en seco. Con la vista, y de una sola vez, quería acabar el efecto de tanta grandiosidad. Contempló la suprema majestad de Cristo muerto en la Cruz en la grave y severa escultura, que representa al Redentor después de consumarse la Pasión y Muerte. Cruz tendida sobre sobre magnifico canasto tallado y dorado y en un monte cuajado de claveles granates del tiempo. Le explico que aquello es el paso procesional donde desfilará por as calles el Santísimo Cristo de la Misericordia, titular de esta Cofradía. Está profundamente preocupado; yo me imagino por que, pero lo dejo. Le atraigo la atención, y se queda extasiado ante la belleza que contempla. Y es esa teoría artística del paso procesional de la Virgen de las Penas, la delicada factura de su Imagen, el todo de aquel conjunto, cuidado en sus detalles, donde impera una armoniosa perspectiva fina y elegante, le maravilla y atrae. Toca y se convence de que aquella vistosísima ornamentación de claveles blancos naturales. Contempla aquella masa multicolor de nazarenos, mujeres descalzas, hombres del pueblo rudos y sudorosos que se despojan de sus chaquetas y protegen sus hombros. No tienen palabras para expresar su impresión ante el arte y riqueza de tantas insignias. Le explico que representa y simboliza lo que está viendo, el significado de la Cofradía, su finalidad, su desenvolvimiento, organización
y sostenimiento, la puesta en marcha de la procesión, su desfile de penitencia, como el acto más importante de la Cofradía. Su entusiasmo crece por momentos, sin perder el sello de gran preocupación que su rostro expresa.
Salimos y nos situamos al lado de la verja que circunda el atrio de la iglesia. El vistoso y correcto cortejo de los nazarenos ocupa en toda su dimensión la calzada de la calle con las comisiones y autoridades que preceden al paso del Cristo. Voltean las campanas, música sacra, que se deja oír por los altavoces, mezclándose con el agudo y cortante tercio de saetas, caldea este atardecer, cuando los ánimos de todos los presentes están sobrecogidos, ya que lentamente está traspasando el dintel de la puerta, el paso del Cristo de la Misericordia. Sublime emoción cuando majestuosamente como corresponde a su grandeza es elevado en la Cruz. Momento que recuerda aquel otro, en que en el Monte Calvario con cuerdas atadas a los brazos de la cruz, aquella soldadesca lo izaban para que muriese crucificado.
El grado de emoción y dramatismo pasionario pasionario de este acto es para vivirlo y sentirlo, no para describirlo. La imagen de Cristo está en lo alto de su trono universal, que es el santo madero de la Cruz. El rostro de mi amigo perdió un poco su preocupación. Un silencio se produce, y los altavoces nos traen una voz clara, que en bellos conceptos habla al pueblo de Cristo, del amor suyo hacia los hombres, expresados en su gran Misericordia, titulo de esta imagen, que recibirá el homenaje publico de sus hijos, al atravesar calles y plazas. Es la voz de un Párroco, que hermana el alto honor de su sagrado ministerio con el orgullo de ser un buen cofrade.
Avanza entre la muchedumbre el paso de Cristo sobre los hombros de los nunca bien ponderados cargadores gaditanos. Por la diminuta puerta de la Palma y en un alarde de verdadera precisión milimetrada avanza el paso de palio, donde va la Imagen de la Virgen, que lleva por titulo de las Penas. es acariciada por el sol, que no quiere ocultarse sin saludarla, para, como a Reina de Cielo y Tierra que es, rendirle también su homenaje de pleitesía y arte, haciendo que, con su luz potente cristalice en visión artística el efecto grandioso del oro, que las expertas manos de Juan Manuel con su fina inspiración sentida trenzaran un día en el dibujo maravilloso palio con la plata, el blanco de los claveles y las oscilantes luces de cera, formando un todo, digno de que un pincel inspirado, lo retuviese en un cuadro, que seria de una belleza infinita.
Ya el paso de palio fue elevado a su posición normal, y la explosión de entusiasmo del pueblo, contenida por la difícil maniobra, tiene su efecto. La expresión del rostro de mi amigo se refleja ahora en satisfacción, sus labios rezan. Luego con emoción dice " Misericordia es sin duda alguna, la de Cristo que permite con su gran amor que los hombres puedan realizar en su homenaje y a su memoria tanta maravilla. Cuando entramos en la Iglesia se apoderó de mi una gran preocupación que me consumía. No podía comprender como sacarían a la calle estos pasos puerta, y como pondrían el Santo Cristo sobre el monte, y como llevarían este otro dela Virgen con ese gran palio que la cubre.
Pasé miedo y sentía emoción con su salida. Hicieron que mis ojos se bañaran en lagrimas ¡Benditos cargadores, benditos cofrades, que con tanto tesón organizan este acto sublime de piedad y penitencia! La Misericordia de Dios es tanta, que embriaga el espíritu al contemplar estas imágenes veneradas con fe sencilla y sana de un pueblo, que reza y canta en esas coplas llamadas saetas, con suspiros y piropos salidos del corazón hacia Cristo y María. Te agradezco que me trajeras aquí. ¡Cuanto contaré a mis paisanos, allá en Navarra, de lo que es una cofradía gaditana en la representación de la Pasión y Muerte de Jesús, en su Semana Mayor! Vamos, no quiero perder detalle".
Y la contempló camino del Hospital de Mora, teniendo por fondo las aguas del Océano, donde en el lejano horizonte se está ocultando el sol, y empiezan a parpadear en la luz del crepúsculo inmediato los destellos del faro de San Sebastian, bajo un cielo azul, y aspirándose la brisa marina con olor de algas. En un ambiente de sabor cofradiero, la cofradía hace su visita de caridad para con los enfermos, llevándoles el consuelo de su Cristo de la Misericordia y de la Virgen de las Penas.
Y la vio más tarde luciendo todo su esplendor en el señorial y protocolario marco de la carrera oficial. Y adentrándonos en el barrio, la vio en la recoleta, típica y popular plazuela del Tio de la Tiza, en un derroche de espíritu cofradiero al acercarse a su parroquia. Altas horas de la madrugada, el barrio en vela, pues está en la calle siguiendo a su hermandad. Las notas musicales de la marcha procesional "Penas" con el susurro de las oraciones y plegarias, suplicas y piropos, el agudo sentimental y poético vibrar de la saeta, el golpe seco y profundo de las horquillas de los cargadores, el tintineo del palio al mecido amoroso y único de esta tierra, las campanas y los himnos, el entusiasmo del pueblo , y las lagrimas que por las mejillas de sus cofrades caen por la emoción del momento, componen una maravilla y fantástica sinfonía, que se eleva al cielo. Damos gracias, por que una vez más nuestro corazón latió fuerte al vivir cerca de la Pasión y Muerte de Cristo, a través de esta cofradía de penitencia, que en esta noche, llevó ante los corazones duros y cerrados a la luz, la gran Misericordia de Cristo, y las Penas de la Virgen María, para hacerles ver su amor y caridad para con todos los hombres perdonándoles sus pecados al arrepentirse de ellos ante su presencia.
Mi amigo me dice al despedirnos: "Lastima que me tenga que marchar, pero me llevo un gran recuerdo. Había oído mucho sobre la Semana santa andaluza, y la consideraba algo irreverente, pero hay que verla de cerca para sentir y comprender la grandeza de las cofradías de penitencia". Y mirando al infinito cielo cuajado de estrellas que escoltan a la luna, exclama con toda sinceridad, con toda su alma: " Misericordia es...."
Revista Estandarte Febrero 1967
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